jueves, 17 de noviembre de 2011

Sin más ni más


- Todo es tan simple y al mismo tiempo lleno de complejidades – me decía una y otra vez mientras me sobaba con fuerza y rabia el dedo pequeño de mi pie izquierdo que unos pasos atrás fue a estamparse con la pata del sillón, lo miro y luce entre un rojo candente y un pálido morado, maldigo cada cosa a mi alrededor y termino derrumbado, de rodillas con los brazos extendidos sobre la cama que aun esta cálida, las lagrimas terminan exterminándolo y me pregunto

–Que estoy pagando para pasarla tan mal? -

Lloro como un chiquillo, como no lo hacía hace años, recuerdo que fue cuando murió saimón, el perro que mi hermano había rescatado de las manos de quien no demostraba más respeto por la vida.

Me sentía tan solo en una habitación que contenía todo lo mío, pinturas, poemas y mas creaciones de mi estúpida revelación ante la vida, mire con calma cada pared, cada rincón y cada cosa, viajé por instantes no muy largos al tiempo de lo que admiraba y me sentí confortado pero al mismo tiempo seguía tan vacío, deforme y sin mayor sentido ante la misma vida.

No lograba identificar en que instante había elegido vivir así, que situación me puso ante todo aquello que tome sin pensarlo dos veces.

Me di cuenta que no tenía más sentido seguir preguntándome todo esto y me puse en pie una vida rutinaria me esperaba y tenia o debía seguir con ella, quizás eso me reconfortara y me ayude a dejar de lado todo esto.

Salí a la calle, una calle gris y en movimiento, miles se miraban como yo y al mismo tiempo fingían que todo era tan normal, camine y camine y pase de largo, solo seguí moviéndome y fui a dar a un lugar en donde saltaban y gritaban niños, niños sin duda tan pobres que sus pies descalzos se movían sin mayor problema en el frio, unos me miraron y siguieron con lo suyo, seguro estaban acostumbrados a la indiferencia del mundo pero uno llego a mí

–Estás perdido?- me pregunto con una cara de confusión.

- Tienes miedo o hambre?- me pregunto una vez más, no pode responderle pues estaba atrapado en la inocencia de su mirada, en el encanto de su  sonrisa y en lo gastado de su cuerpo a pesar de su corta edad.

Tomo mi mano y me llevo a una banca de piedra, nos sentamos y los dos permanecimos en silencio mirando el juego del resto de los niños, desapareció por un instante y volvió de la nada con un poco de agua, me la ofreció al tiempo que hacia señales de beberla, seré honesto y diré que dude en hacerlo pero su rostro me lleno de tranquilidad y lo hice sin más ni más, a cambio le ofrecí un trozo de chocolate que saque de mi gastado abrigo café, lo miro y su sonrisa creció lo abrió y mire como salivaba y de inmediato salto sobre la banca me dio las gracias y grito

– Vengan todos para acá que un trozo de chocolate les va a tocar-

En un segundo los niños hicieron fila extendiendo su mano sucia para recibir su pequeña fracción de chocolate, todos sonreían todos brincaban de emoción.

Me aparte para admirar aquella conmovedora imagen, llore una vez mas pero de forma distinta la mirada de aquel pequeño y la mía se encontraron en algún punto del universo, sonreímos.

Di la vuelta y me fui a casa dispuesto a darme una oportunidad más, necesitaba solo darme el tiempo de entender quien era.