martes, 30 de abril de 2013

A veces es todo tan deconocido



Era esta ya la cuarta ocasión  en la que había intentado cerrar los ojos, dormir no era de sus actividades preferidas, sabía lo  importante de esta y  la necesidad de brindársela a su cuerpo.
El reloj marcaba las tres menos quince, se sintió atraído por las voces de una pareja que discutía en la calle, se puso de pie y  se asomó por la ventana, aun la calle estaba oscura y a lo lejos diviso un par de siluetas pegadas al portal de la casa de frente, sintió el sudor escurrir por su cuello y abrió la ventana pensando que el ruido llamaría la atención de los invasores y avergonzados bajarían la voz.
Dio la vuelta y se tumbó en la cama, pensó por un instante encender el televisor pero de inmediato  cayó en la cuenta que nada interesante encontraría a esas horas, las ganas de orinar se apoderaron de él y sin más se encamino al baño, dejo de lado aquellas sandalias que su perro había mordisqueado, se escuchaba el golpe de sus talones en el piso,  no presto mayor atención a esto, prefirió mantener la luz apagada e imaginar  con los ojos cerrados en donde se encontraba el sanitario y guiarse con el ruido de los líquidos al encontrarse, un escalofrió recorrió su cuerpo medio acomodo su ropa interior y de nuevo se encontró con la mirada clavada en el techo de la habitación, una vez más cerraría los ojos buscando reconciliarse con el sueño, hacer las paces y dejar de lado aquellos pensamientos que aprovechaban esa oscuridad para montar un escenario y actuar frente a él actos extraños, tan extraños que en un instante  le apartaban del sueño.
Samuel  abrió los ojos, el sol apuntaba directamente a ellos,  las cortinas habían quedado medio abiertas después de lo de anoche, sin duda era ya el verano ya que  las ocho de la mañana el sol lucia como el  del medio día,  le dolía un poco el cuerpo quizás la falta de descanso o una mala posición le habían jodido las pocas horas de sueño.
-Que haremos el día de hoy? – se preguntó en voz alta mientras se acomodaba al borde de la cama, su cabello desaliñado lo hacía ver sumamente extraño, su cabeza lucia del  doble de tamaño, camino en dirección del  sanitario y no pudo evitar sonreír al mirar su aspecto, continuo hacia la ducha, mientras el agua caía sobre su cuerpo desnudo, por su mente dio inicio un desfile de pensamientos e imagines, sin más su cabeza se posó inmóvil en el  muro de azulejo blanco.
Esa mañana se sentía diferente, no sabía si esa sensación era buena o mala, recordó las palabras de su psicóloga
 –hare que te sientas bien, que estés en el lado blanco-  pero que hacía la diferencia para diferenciar que estabas de qué lado?
Estaba completamente desnudo y aun  mojado sobre la cama, tomo el control y sin mirar la tele comenzó a cambiar los canales, no sabía con exactitud que buscaba,  creo que  sucedía lo mismo con su vida ese día, de pronto la voz tonta de una caricatura le hizo mirar, inmediatamente una sonrisa  natural e infantil surgió de su rostro, se  quedó mirando un instante aquellas imágenes que le llevaron a su niñez, a los juegos y a las sensaciones que solo se tienen con la inocencia.
Escucho que su estómago le hablaba de forma peculiar, quizás extrañaba el alimento, hacía más de veinticuatro horas que Samuel no comía algo, su mano izquierda masajeo su abdomen y sin prestar atención siguió mirando la t.v.

Las personas


La calle lucia tan iluminada, con colores, olores y formas, Samuel se sentía extraño al estar rodeado de tanta gente, gente con humores que se podían percibir a la distancia, su pulcritud lo hacía un poco intolerante a la sociedad, al rose con las personas y por ello siempre buscaba la forma de estar apartado de ellas.
Muchas veces esa forma de ser lo hacía sentir tan solo, y no entendía porque a pesar de ello tenía esa preferencia al aislamiento, compro un chicarrón de esos que acompañan de un poco de limón y chile, se acomodó en una banquita de bajo del sol y se dispuso a ver la cantidad de personalidades que desfilaban frente a él.
Sonreía perversamente al descubrir la cantidad de cosas que hacen los seres humanos por pertenecer a un grupo, a una tribu, en eso si era una de las personas más viles y despiadadas, no tenía remordimientos al atacar con la mirada, no era su intención pero parte de su naturaleza siempre le llevaba a ello, encontraba detalles que parecían insignificantes, para él era atentar contra la integridad del propio yo.
Miraba y sonreía al descubrir  los más extraños zapatos, hasta las cabelleras decoloradas y vueltas a teñir, -todo esto es tan extraño- pensó mientras tiraba lo que restaba de su golosina en el fétido cesto de basura.
El olor a pollo lo llevo a entrar a esos lugares en donde venden el crujiente pellejo del animal, aquel en donde el viejillo barbón es el símbolo de esos lugares.
- buenos días, en que le podemos servir?-  escuchó la voz del empleado  que se soltó a decir mil promociones y paquetes, no presto atención a  eso que solo se convertía en ruido, con una sonrisa fingida correspondió al saludo y agradeció la atención.
-Solo dame un par de piezas de pollo, un poco de ensalada y bastantes sobres de ese chile verde-
Tomo su charola y se encamino a la mesa que parecía la más limpia del lugar, a pesar de ello tomo una servilleta y dio una última pasada, miro el papel que ya no era tan blanco y lo aparto de su alimento.
Las risas de los chiquillos sonaban en el área de niños, miraba un par de familias que comían despreocupadas en aquel lugar, - las risas son una de mis piezas preferidas de música-  pensó Samuel mientras mordía carne de pollo grasosa y crujiente.

Sin ser lo mismo, he cambiado?

  El tiempo pasa y muchas veces sientes que no pasa, te miras y crees que eres el mismo, lo mismo, tantas cosas hablan de lo contrario, muchos en lo que creías ha dejado de importarte, mucho de lo que te gustaba  ahora es lo mismo que nada y hoy encuentras significados en donde menos lo imaginaste, es así, de esta forma como te  percatas que algo está en constante movimiento, cambiando y pocas veces evolucionando, la falta de atención es lo que hace que pierdas detalle, es como hablar de un cielo azul con nubes blancas algodoneras, siempre hay  un de aquí para allá, el viento las ha de cambiar de forma, de lugar pero pocas veces has mirado en esa dirección para afirmar que el cielo se mueve.
La vida no es más que algo por lo que se pasa, en donde encontraras infinidad de cosas, personas y otras que no sé cómo llamarles, es un desfile, una lluvia, una tarde soleada, viento, estrellas, lluvia, agua….la vida es tan solo lo que te has permitido apreciar.
Ahora estoy solo, mis padres han muerto y jamás tuve un hermano, crecí solo, refugiado entre sueños e ideas estúpidas que me mantenían de pie, viaje cuantas veces quise y a donde me pego la gana, siempre viví rodeado de soledad y nostalgia, extrañando una familia, una mascota alguien con quien compartirlo todo y nada, siempre intente acumular algo de felicidad en mi interior para poder compartirlo con una mujer, esa persona que carcomiera cada uno de mis temores y que me cobijara cada noche mientras duermo como angelito (recuerdo las palabras de mi madre) en realidad hoy estoy completamente solo.
Cerrare mis ojos una vez más intentando soñar porque sé que es necesario que mi cuerpo duerma, una vez más  intentare dormir.

miércoles, 3 de abril de 2013

La luz en verde



Hace algún tiempo, para ser honesto ignoro con exactitud cuánto me fui apartando, como cuando las olas lentamente te llevan mar adentro y al intentar volver a la orilla es algo tarde.
No me percate de ello, lo intuía pero  no tenía el valor para confrontarlo, confirmar que así era pero hoy fue inevitable, escuche mis palabras rebotar en este inmenso vacío.
Busque algo de mí en mí, como cuando metes las manos en cada uno de los bolsillos de tus jeans, apresurado y con algo de angustia,  estas seguro que ahí le habías dejado  pero sin embargo ya no está.
Así pasa el tiempo, así cada segundo deja marca para recordarte que nada es por nada y que todo tiene una razón de ser, las rutinas disfrazadas de ordinarias actividades y la emoción de alcanzar un sueño te hacen conducir a prisa y dejas poco a poco de  mirar a tu entorno, olvidas tantas cosas pequeñitas pero tan hermosas y llenas de sustancia que colorean la vida.
Así podemos contar un día, dos días… una semana, dos semanas… un mes, dos meses… una  año y después la vida, estoy semiconsciente que la eternidad es una palabra que no forma parte de mi diccionario, está lejos de mí, porque es algo con lo que no convivo pero sin embargo lo olvido.
Hoy  por la tarde al salir del trabajo me desplazaba lento por las calles en mi vehículo, el sol se mantenía firme sobre todos nosotros, como intentando imponer  su importancia, me toco la luz roja, en realidad no tenía prisa y por un ínstate  detuve el tiempo, todo se quedó en silencio y al mismo tiempo sin movimiento, miré a una chica, mire al auto de a lado, mire mi rededor y me vi, caí en la cuenta que no estaría ahí por siempre, que nada estaría un segundo más ahí y pasaron por mi mente aquellas personas que ya no están, aquellos momentos que compartí con personas a las que ame y con las que solo conviví, nada es eterno, nada será lo mismo al cerrar mis ojos, todo de ira al soltar el aire de mis pulmones, nada esta creado para la eternidad.
Y me llene de miedo, de nostalgia y sonreír y por un instante imagine mis lágrimas rodar, cuanto se ha ido por  entre mis manos,  cuánto daño, cuanto amor, cuántas cosas terminadas y cuantas   inconclusas.
Levante la mirada y descubrí la luz verde, realice los movimientos necesario para iniciar mi partida  y continúe mi camino.