No
me gusta, no me gusta tener que amar para olvidar.
Es
difícil al cerrar los ojos y encontrarte ahí, descubrir tu frágil figura
caminando a mi lado, sentir tu delicada mano aferrada a la mía.
Busco
apartarte a toda costa de mis pensamientos, lucho por derrumbar aquella muralla
que se formó de instantes que compartimos juntos, pero estoy cansado, triste y
completamente solo sumergido en esos recuerdos.
El
silencio me recuerda tu partida, esa ausencia que me carcome lentamente, no sé
porque te has ido?
Evito
a toda costa aquellos lugares que compartí contigo, ahora lucen lúgubres, sin
color y mucho menos vida, no sé de qué forma lograbas que todo fuera tan
diferente, tan bello, no sé cómo lograbas que el tiempo volara y al mismo
tiempo se suspendiera balanceándonos en él.
Todo
sucedió tan de prisa, te mire, nos miramos y algo nos atrapo, paso el
tiempo y fuimos formando de dos un solo ser, un universo indescifrablemente exquisito.
Tantas
cosas, tantos sueños, promesas entrelazadas, el mundo fue nuestro sin detenernos
a mirar el rededor.
Te
extraño tanto que sufro en silencio, me duele no tenerte a mi lado, acurrucados
cada noche buscando conciliar el sueño mientras reparabamos el mundo.
Sé
que este dolor me tiene que hacer fuerte, busco convertirlo en una miel que me
ayude a mantenerme en pie.
Dime
porque te has ido?
Porque
aquella tarde cerraste los ojos sin decirme adiós?
Porque
tus labios quedaron en silencio?
Porque
nuestras manos jamás podrán volver a estar unidas, unidas por una eternidad como
me lo juraste tantas noches?