jueves, 19 de agosto de 2010

Los de adentro


La historia es sencilla, tiene lugar en un pequeño poblado de Mesillas, una comunidad de apenas quinientos cincuenta habitantes. Cada hombre tiene asignada su labor, podría decirse que desde su gestación, no creo que sea por casualidad, el que todo lo mágico y sorprendente surja de aquellas tierras que son acariciadas por el trópico.

En alguna parte de la sierra existe una gran caverna por la que se llega a las entrañas de la tierra y la única forma de hacerlo es caminado, son varios días de andar para llegar hasta allá, en puntos estratégicos del camino hay campamentos para dormir solo unas horas y comer solo lo necesario, en verdad es una difícil tarea pero el esfuerzo vale la pena.

Son increíbles las cosas que uno puede descubrir en ese lugar, imaginaba por los libros y documentales que en el centro de la tierra solo encontraría lava y calor por todas partes pero hoy puedo decir que están totalmente equivocados puesto que solo encontré cosas hermosas, muy bellas, tanto que es complica describirlas con palabras.

En realidad lo que más me maravilló fue darme cuenta de la tarea de aquellos hombres, sentados en círculo y entretejiendo pensamientos formaba una esfera perfecta que giraba suspendiéndoles a uno corta distancia del suelo, iluminándolo todo de colores que refrescan la mirada y relaja el cuerpo.

Se mantienen en esa posición por días, hasta que llegan y les suplen mentes y cuerpos frescos, es perfecta la imagen que ellos han practicado desde su infancia y la realizan hasta su último aliento, sacrifican gran parte de sí para hacer que la tierra permanezca en armonía y gire y gire en el universo a pesar de nuestra indiferencia.