martes, 22 de octubre de 2013

Sencillo, adios



Una tarde gris y fresca él paso a verla, sabía que probablemente no estaría en casa porque ella comúnmente se escabullía al parque que está dos calles adelante,  nervioso toco el timbre, lo  escucha replicar en el interior de la vivienda sin mayor resultado, continua atento y algunos ruidos de aquí y allá pero ninguno  que le indique que están a punto de  abrir la puerta.
Su dedo tembloroso de nueva cuenta insistió una vez más sabiendo que quizás nada sucedería y justo en ese  ese momento se abrió la puerta.
Ella tímida dejo ver su rostro por detrás.
-hola como estas?-  le pregunto el, ella inmóvil   responde que bien
 - que haces por acá?-  Le pregunto después de un incómodo silencio
Pues he decidido venir a entregarte estos libros, hace tiempo que los tengo en casa, y sabes en realidad necesito hablar contigo.
Hace tiempo que algunas cosas no van bien en mi vida, tanto ha pasado por mi camino que he estado a punto de dejar todo esto,  apartarme de esta ciudad oscura pero algo, mejor dicho por alguien no he podido.
Pasa por favor, creo que he sido un poco grosera en no invitarte antes pero me has dejado pasmada, hace tanto que no se de ti, imagine que vivías allá, en aquella ciudad que soñamos juntos conquistar.
-No, sigo aquí y disculpa si he sido inoportuno-
-No para nada, me bañe por la mañana,  me tire a dormir no me he sentido bien últimamente, he tenido algo de fiebre seguramente un resfriado, pero ya me siento mejor seguro la siesta me ha repuesto un poco, tú te ves cansado, has comido algo?
-No, llevo días que apenas pruebo alimento, tenía que saber de ti antes de irme solo que no encontraba la forma para  acercarme, sonrió estúpidamente mientras permanecía frente a una pintura de esas que se fabrican al por mayor.
Toma asiento y relájate, te noto un poco estresado, que sucede contigo?
Se dirigió a la cocina para preparar té y buscar algo que pudieran comer, en realidad la nevera estaba vacía tenía tiempo comiendo en la calle, quería evitar el pasar tantas horas en casa sola extrañando todo, desde su olor hasta su ropa maltrecha, cada cosa le hacía recordarlo.
Vaya es difícil tirar por el caño ocho años compartiéndolo todo, pasaban mucho tiempo juntos escuchando música, hablando de libros o de lo que actualmente sucedía en el país y en el momento en que se cansaba el uno del otro una tarde en silencio era suficiente para retomar la relación, reinventar aventuras.
La veía desde ese sillón gastado, le gustaba mirar su cuerpo delgado, esa figura esbelta y larga que lucía hermosa,  miro su cabellera alborotada, recordó cómo le daba cosquillas en el rostro al hacer el amor, le gustaba tanto verla en movimiento como se entregaba al máximo en cada cosa que hacía, era una mujer fantástica, una gran amante y amiga, definitivamente era con quien desearía parar el resto de sus días pero de la nada todo cambio y ahora cada uno seguía su destino, su propio camino.
Se puso de pie y se dirigió a la cocina, le intrigaba lo que ella hacía, la miro preparando unos emparedados, que haces Alejandrina olvídate de eso mejor ven vamos a charlar que en realidad  lo que menos tengo es tiempo, se paró detrás de ella y aparto su cabello para besar su cuello.
-Que haces? Sonrió ella mientras ponía el azúcar en la bebida
-Nada solo quería recordar lo suave de tu cabello y el perfume de tu piel
 -Te puedo ayudar?
Si, toma estos platos y llévalos a la mesa para comer algo.
Se sentaron y permanecieron un rato en silencio, como que cada uno asimilaba a su manera la compañía del otro, de pronto él sonrió y mojo sus labios con algo de té,  sabía que  posiblemente una crisis estaba por venirle así que prefirió humedecer su garganta, ella noto su nerviosismo pero hizo como que nada pasaba, tomo los trastes sucios y se dirigió a la cocina
-porque no te das un baño? quizás te sientas mejor, mientras lavo los trastes-
Segura que no hay problema? Me encantaría poder darme un baño caliente, tomare la toalla de figuritas extrañas, esa que siempre me ha gustado.
Ahora de nuevo cada uno bajo el mismo techo estaban ahí juntos pero no como antes, ella se sentía segura escuchando el ruido de la regadera
La música ilumino el ambiente,  silencio (Madredeus) acariciaba cada una de las paredes de la habitación, el  escucho desde la ducha y ella se acomodó sobre la cama con sus manos detrás de la cabeza, la guitarra suave acariciaba la piel y la voz femenina te invitaba a llorar por el puro placer de sentir la vida, sin duda juntos el universo era más confortable, Alejandrina cerro los ojos y sin poder evitarlo  viajo a todos esos momentos que pasaron juntos, sin duda alguna Andrés era un personaje extraño que podía charlar con todo el mundo pero ello no significase que fuera amigo de todos, era un personaje peculiar de un humor negro pero a pesar de ello con una personalidad que no podía pasar por desapercibida.
Ao longe o Mar sonó y cada nota le erizaba la piel húmeda, Andrés termino de secar su cuerpo y se miró al espejo, sin duda no era el mismo, se le veía cansado, demacrado el rostro pero su mirada aun contenía esa fuerza, ese brillo que le hacía tan diferente al resto, se sentó sobre el retrete y lloro, lloro desconsolado porque sentía el cobijo de Alejandrina, porque todo era tan diferente a su lado, pero algo de la nada lo cambio todo, miro el techo para descubrir a las gotas de agua caer sin miedo sobre él, O sonho ahora era se apoderaba de esa atmosfera, un lugar creado para sobrevivir juntos un espacio donde el tiempo no tenía más valor que el de una mirada, el de una caricia.
Limpio sus ojos y se encamino a la cama, la vio recostada pero intento disimular mientras buscaba su ropa, movía su mano a tientas, tenía que dar con ella pero seguro estaba que no se encontraba en el lugar donde le había dejado.
Olvídalo, la he metido a la lavadora, hace cuanto que no cambias tus ropas?-
Disculpa Alejandrina no he querido molestarte con eso!
Y quien te ha dicho que me molestas hombre tonto, déjalo ya y ven, recuéstate a mi lado platícame que has hecho todo este tiempo? porque has huido de mi sin decir más?
Él  acurruco su cabeza en el pecho de ella y comenzó a explicarle todo, hacía tiempo que su salud empeoraba, desconocía las causas del porque  un día que laboraba había perdido el conocimiento y despertó en un hospital, le realizaron muchos estudios sin saber la causa exacta del desmayo, le recomendaron descanso.
-Fue entonces cuando nos fuimos a pasar unos días allá por el sur, en la selva en donde todo es verde y los animales hablan todos al mismo tiempo, lo recuerdas?-
-Sí, te recuerdo cada mañana besando mi frente y diciéndome que me amas.-

Bueno de vuelta a la rutina seguía mal y de estudio tras estudio, los médicos no saben con exactitud qué es lo que tengo pero es un hecho que mi cuerpo está sufriendo, cuando me aleje de ti, de lo nuestro fue para internarme en una institución, los médicos decían que seguramente ahí me recuperaría, no quise decirte nada, confiaba que al volver estaría más sano que nunca pero no fue así, he vuelto apenas el lunes de aquella clínica y no he mejorado, seguro estoy que he de morir.
Alejandrina se sentó de un jalón en la cama, las lágrimas recorrían su rostro, puso su dedo sobre los labios de Andrés y se quedó mirándolo, no pudo contenerse más lo abrazo mientras lloraba
-porque no me lo has dicho antes?-
Moría en esta habitación sin saber de ti cuando en realidad eres tu quien muere
-Porque Andrés nos sucede esto. Porque?
La tomo entre sus brazos y lloraron juntos, lloraron sin más que hacer, sin más que decir, la noche los abrazo a ambos y los acurruco entre las estrellas.
Alejandrina se puso de pie y se metió al baño, temblaba mientras desnudaba su cuerpo, pensó en tomar una ducha pero prefirió rociar su cuerpo de perfume y salió con su desnudes a la habitación, en una habitación oscura y triste.
Andrés la miro, tomo cada detalle para él, empaco en lo más seguro de su ser esa imagen, no sabía si podría llevarla pero quería estar seguro que de ser así contaría con cada parte de lo maravilloso de su ser, de su cuerpo.
Se recostaron de nuevo en la cama uno a un lado del otro, tomaron sus manos, manos nerviosas, húmedas por el deseo de encontrarse una vez más en esa suma de poderes, de energías.
Sus bocas se encontraron, sus cuerpos formaron un universo de sensaciones, de placeres que abren puertas, puertas  infinitas que transportan a nuevos mundos.
Una vez más la energía del deseo, el amor iluminaba sus almas.