Estaba incómodamente parado a la orilla del mar, mas por la situación que por el lugar, era el momento de partir dejando todo atrás.
Fueron días encantadores los que pasaron en aquel paraíso, sabía que lo que más extrañaría sería el calor de su cuerpo y esa mirada al despertar.
Él se mantenía con la mirada sumergida en el horizonte mientras ella le abrazaba mojándole la camisa por las lágrimas, era inevitable, morían en ese instante.
Un adiós no podía salir de sus bocas, sellaron el silencio con un beso, el cielo era inmensamente azul pero en ese instante nada tenía color.
Era el momento de la partida, dejar atrás a la mujer que amaba.
La miró perderse en el horizonte donde el mar y la extensión de tierra se fundían en uno, devorándola.
Fueron días encantadores los que pasaron en aquel paraíso, sabía que lo que más extrañaría sería el calor de su cuerpo y esa mirada al despertar.
Él se mantenía con la mirada sumergida en el horizonte mientras ella le abrazaba mojándole la camisa por las lágrimas, era inevitable, morían en ese instante.
Un adiós no podía salir de sus bocas, sellaron el silencio con un beso, el cielo era inmensamente azul pero en ese instante nada tenía color.
Era el momento de la partida, dejar atrás a la mujer que amaba.
La miró perderse en el horizonte donde el mar y la extensión de tierra se fundían en uno, devorándola.