Una extraña sensación revoloteaba en mi interior, no me permitía estar más tiempo en la cama y por ello me puse de pie, lo habitual iniciaba; el baño, un desayuno poco sano y a la calle.
El cielo era esa mañana de lo mas azul, no recuerdo ni en mi infancia cuando viví en la granja uno tan claro y bello, ahí estaba yo caminando con la mirada perdida en ese espectáculo que tenia sobre y frente a mí.
Olores destellantes llegaban de todas direcciones, creo que la vida esa mañana era tan distinta, tan única, ¿Pero debido a qué?
De la nada notas musicales invadieron mi cuerpo e involuntariamente me moví rítmicamente, ¡que sensación! quizás me remonto a los días de juventud en los que mi principal actividad era buscar y compartir música con los amigos, identifiqué de donde provenían los ritmos, la armonía universal que me abrazaba.
Con asombro descubrí una pequeña peluquería y siendo sincero todos los días caminaba por ahí pero no me había percatado de su existir, miré en su interior y un hombre de edad bailaba frente al espejo, sonreía libremente, que manera de disfrutar sus instantes!
Sin duda hacía tiempo que no vivía tanta plenitud pero - ¿que más podía suceder esa mañana?- me pregunté.
Abordé el melancólico autobús, tan ruidoso y frío, un par de caras largas como siempre pero decidí hoy dejarlas de lado!!
Dios! de la nada miré en la calle una chica hermosamente delgada; lucía con tanto destello, tan llena de luz!. Me puse de pie y busque la forma de parar el autobús, lo logré después de varios gritos y súplicas al operador.
Busqué rápidamente a la mujer pero no estaba, ¿qué sucedía? !Si no pasó tanto tiempo como para perderle! corrí ansioso para dar con ella y le descubrí unos metros adelante sonriente mirando el aparador de una tienda, de verdad era increíblemente bella y frágil.
Le seguí varias calles a la distancia pero aun así podía percibir un dulce y fresco olor. Inmediatamente pensé en rosas! Me sentí estúpido persiguiéndole pero era algo que sencillamente me resultaba evitar, ignoré toda causa lógica y me entregué al instante.
Un descuido la apartó de mi vista, la perdí de nuevo, me llené de pánico ¡No puede ser posible! Suplique, imploré a dios para que me diera una señal de ella, pero fue inútil, me senté sin fuerzas a la orilla de la banqueta con la cara larga y mis manos sosteniéndola.
Mil preguntas lancé al cielo y sólo llegó un vuelo mágico de mil aves. Formaban una ola de esperanza, respiré profundo, y a punto de incorporarme algo tocó mi hombro, no supe qué hasta estar de pie.
El corazón salto al descubrir a la chica frente a mí, mirándome a los ojos e intentando descifrar mi cara, era perfectamente bella, repase con la mirada cada detalle de su belleza, sus ojos, cada comisura de sus labios -¿Estás bien? – me pregunto mientras sentía su aliento acariciar mi rostro.
Estaba mudo, torpe y sin poder reaccionar.
-¿Estás bien?- preguntó una vez mas mientras tomaba mi mano. Su contacto me sacó de mi estado, respondí con voz baja –Si, gracias – sonrió al notar mi estado,
- Perfecto, lo sabía, solo quería confirmarlo-
Es un placer saludarte, me voy.
Seguí mudo pero atiné a soltar una pregunta que aun no entiendo de donde surgió.
- Disculpa ¿eres acaso un ángel entre nosotros y mantienes tus alas en casa, en el closet guardadas?-
Sólo una gran sonrisa y sentí vergüenza, se acercó a mi oído y me dijo en voz baja
- Sí claro, pero promete que jamás lo dirás-
Besó mi mejilla, dio media vuelta y continuó su camino iluminando y llenándolo todo de amor por las calles habitadas de rutina y silencioso concreto.