sábado, 20 de agosto de 2011

Un día de sol


Días y mas días de cielo gris, lo primero que he realizado hoy después de abrir los ojos es correr a la ventana para descubrir si algún rayo de sol se escurre o escapa por entre nubes serías, y me recorre la nostalgia porque que hoy tampoco habrá sol, es lamentable que esta ciudad se esté convirtiendo en algo más que concreto, lentamente toma la forma de un gran cementerio donde los autobuses claramente muestran su epitafio.

Mi apetito ha disminuido al igual que el interés por interactuar con mis semejantes, me aseo con calma, nada acelera mi ritmo a estas alturas, tomo solo un té medio tibio y salgo a la calle con mi reproductor de audio.

Camino sin pensarlo la rutina ha registrado el rumbo a seguir, miro el rededor y el resto de las personas son como yo, algo así como seres naufragando en un mar de indiferencia azotados por tormentas que no llevan a nada.

Sé que este día será como el resto de los del año nada nuevo, solo queda sobrevivir, es hora de ir a la cama, este día se ha terminado y con el mis sueños que miro gastados, casi transparentes y me recuerdan a las películas de antaño, temo por ellos, temo que en algún momento dejen de estar allí!

He pasado mala noche, miro el reloj y han transcurrido no más de cuatro horas, estoy aquí sentado en la orilla de mi cama mirando a todo y nada, me pregunto ¿dónde está el sol? ¿Estará solo o alguien más le acompañará? Me pongo en pie en dirección de la ventana, corro las cortinas y me lleno de alivio al mirar una estrella destellar en la oscuridad, sonrío al descubrir mi rostro en el cristal doy la media vuelta y voy a dormir, seguro estoy de que ahora si lo hare.

Hoy el despertador son pero no le preste interés, temía abrir los ojos y descubrir un cielo opaco, pero el canto de un ave me hizo cambiar de opinión, de un salto llegue a la ventana y tire de las cortinas para descubrirte allí en silencio mirándome, inmediatamente tendiste una caricia a mi rostro, te sentí en cada parte, el calor ahora estaba en mí, me quite la poca ropa de dormir que traía y abrí de par en par las cortinas, salí al balcón desnudo a disfrutar de la calidez de tu ser, estas hoy aquí en casa, conmigo y con caricias me has hecho sentir vivo una vez más, solté una carcajada y comencé a bailar desnudo dando giros y salto de un lado a otro, algunas personas que paseaban por la calle levantaban la mirada y me extendían un grito, un aplauso y hasta un silbido por mi atrevido baile contigo.